Viabilidad y rentabilidad del autoconsumo fotovoltaico

 

Para conocer la rentabilidad de una instalación fotovoltaica debemos compararla con su alternativa, la red eléctrica; el consumo eléctrico a través de la red que cada consumidor, ya sea una vivienda o negocio, puede comprobar en su factura eléctrica emitida por su comercializadora con quien mantiene un contrato de suministro.

En el año 2022, hemos estudiado miles de facturas eléctricas. El precio medio del kWh (unidad de medida del consumo eléctrico) giraba en torno a 0,30€/kWh (hemos llegado a ver facturas en las que se cobraba, con impuestos incluidos, 0,50€/kWh). Si tenemos en cuenta la inversión que supone una instalación fotovoltaica de autoconsumo y la energía que genera a lo largo de su vida útil, el coste de cada kWh gira en torno a 0,03€/kWh (10 veces menos que el coste del kWh procedente de la red eléctrica).

Por tanto, si una vivienda consume alrededor de 5.000kWh al año, en caso de no disponer de una instalación fotovoltaica, tendrá que soportar un coste aproximado de 1.500€/año en consumo eléctrico. Por el contrario, con una instalación fotovoltaica, teniendo en cuenta que es improbable aprovechar toda la energía generada para suplir todo el consumo (podemos estimar, siendo realistas, un aprovechamiento energético del 40-60%), soportaría un coste aproximado de 825€/año (un 45% de ahorro). Sin embargo, no hemos tenido en cuenta la compensación de excedentes; actualmente las comercializadoras eléctricas monetizan la energía fotovoltaica producida que no ha sido aprovechada (en torno a 0,10€/kWh). De este modo, la rentabilidad es mucho mayor; el coste a soportar se reduce a 575€/año (el ahorro asciende al 62%), lo que supone un ahorro económico de unos 1.000€ al año.

El porcentaje de  aprovechamiento depende de varios factores: En primer lugar, la ubicación de la instalación es crucial para su rentabilidad. Las regiones con más horas de sol al año, como Extremadura y Andalucía en España, ofrecen una mayor rentabilidad en comparación con otras regiones con menos sol. Además, la orientación de los paneles y la ausencia de sombras son factores importantes para la eficiencia de la instalación. Otro factor a tener en cuenta es la coincidencia entre el consumo y la producción de energía. El máximo ahorro se logra cuando el autoconsumo se realiza instantáneamente, es decir, cuando el consumo eléctrico se realiza durante las horas de producción de la instalación. Para lograr esto, es posible modificar los hábitos de consumo para desplazar el consumo eléctrico a las horas de producción, por ejemplo, utilizando domótica. Además, la instalación de baterías puede permitir el almacenamiento de la energía producida para su uso posterior, aunque esto implica una inversión adicional.

El precio de la energía es el factor más determinante. En un contexto de altos precios de mercado energético, los ahorros generados por la instalación serán mayores. De igual modo, cabe destacar que la vida útil de las instalaciones fotovoltaicas, permite protegerse de la variación de precios a largo plazo.

Por último, es importante tener en cuenta las ayudas disponibles para el autoconsumo. Actualmente existen ayudas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que se gestionan a través de convocatorias autonómicas y que ofrecen un porcentaje de ayuda directa variable en función de la potencia y del tipo de beneficiario. Estas ayudas pueden reducir significativamente la inversión necesaria para la instalación de paneles solares y, por lo tanto, mejorar la rentabilidad de la instalación. Además de otras ventajas como la desgravación fiscal del 40% del coste de la instalación, reducción del IBI, etc.

En resumen, una instalación fotovoltaica puede proporcionar importantes ahorros en la factura eléctrica, siempre y cuando se tengan en cuenta los factores mencionados y se realice un estudio detallado de la viabilidad de la instalación en cada caso particular.